Entre las sombras del tiempo,
hallé tus sandalias, Anatolia...
Tus apresurados pasos, ligera,
como una zorrilla por las salas de
mármol,
sacándole brillo con ingenio y
frescor de tus risas ,
y las cosquillas de tu túnica por los
pasillos
me aliviaron la estancia en Caviclum.
Llena de gracia eres, Anatolia,
contigo, sumergido en los recuerdos
templados
de la memoria huidiza
no me pesan los años,
al igual que tus sandalias descocidas
en la palma de mi mano
y la túnica , con manchas de purpura,
huérfana, en mi lecho...
No me pesan los años...
Al igual que el hueco que me cavaste en
el pecho,
rociando la herida con dedos de
pétalos.
Cuando sopla el viento a través de los
siglos
entrando por la garganta obstruida de
una ánfora,
produce un eco extraño, con desgarro,
asustando las gotas de vino añejo en
lo hondo...
Te contemplé en las termas de Caviclum,
Te contemplé...
Y me vi reflejado
en tus pupilas...